jueves, 13 de agosto de 2009

SÓCRATES CON PELUCA

Página Quince
Laurencia Sáenz laurenciasaenz@gmail.com
¡Qué monada!
Filósofa
Tras una sesuda capacitación de 66 horas, los aspirantes a diputados del PAC fueron objeto de un curioso experimento. “Para la última prueba, cada aspirante recibió un espejo, y se le entregó una pregunta que decía: ‘Véase en el espejo y responda con toda honestidad: ¿ve usted en ese espejo a un/a diputado/a PAC?’ ”. ( www.pac.or.cr )
Rascándose la cabeza, la buena gente PAC debió tomarse la prueba con la mayor seriedad.
Más de uno puede haberse asustado. Pero, como dice su líder, la gente PAC, es “genta valienta”. En la superficie de cristal, algún/a aspirante habrá logrado reconocer la familiaridad de esa cara, con su distintiva verruga, sí; con ese labio velludo, es cierto; con esa protuberancia de nariz, pero no menos cara, al fin. “¿Tendré la cara?”. Es la pregunta fundamental que todo aspirante PAC debe hacerse.
En el coqueto reflejo, otros, muy orondos, se vislumbrarían sentados en el trono de la curul, depositando cientos de mociones en un carretillo, que podría servir también de modesto carruaje –porque la gente PAC es ahorrativa y austera–.
El más original de todos se habrá coronado la mollera con un peculiar sombrero de fieltro. Orgulloso de su singular atavío, y para desconcierto de la sobria asamblea, tamborileando, triunfante, sus puños contra el pecho, habrase exclamado, con toda honestidad: “¡¿No sería yo una monada de diputado?!”.
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¿FILÓSOFA?

Claudio Monge Pereira

Desde que entró al aula nuestro joven profesor de filosofía, haciendo desplantes y taconeando como un vaquerito de cantina del Oeste, supe que era un cretino; un simple y vulgar destitulado que apenitas daba sus primeros saltitos de sapo académico. Al entrar dijo, inflamado como batracio en charco nuevo: “¡Soy filósofo!” Seguro esperaba que le aplaudiéramos, pero eso no sucedió porque su carita era más bien de laurencio sin lauros.

Ese mismo día, durante mi recreo largo de 15 minutos, fui a la Biblioteca del colegio a buscar en un diccionario el significado de la palabra FILOSOFÍA. En síntesis, salí de allá repitiendo simplemente: ¡AMOR POR LA SABIDURÍA…AMOR HACIA LA SABIDURÍA…APEGO A LA SABIDURÍA….EL ARTE DE PENSAR….PENSAR!

Durante la segunda hora de nuestra primera lección de Filosofía, o sea, de nuestro primer encuentro académico con el arte de pensar, con sólo mirarle aquella cara al bisoño y escucharlo, no quedaba más alternativa que aceptar la primera gran frustración colegial a los 14 años de edad.

La anterior anécdota se me vino al recuerdo luego de leer la notilla que precede esta reflexión, firmada por una Lucrecia que no me suena como grande pensadora o escritora; ni mucho menos, luego de leerla, como amiga de la sabiduría. Al contrario, me suena como tremenda chupamedias de la Nazi, porque si le dan cabida a tantas toneladas de seso puro en su página quince, algunas patas sucias tendrá allí adentro.

Luego de soportar la lectura de su profundo comentario, no me quedó más que recordar a aquel “filósofo” de mis años colegiales, del cual, obviamente, no aprendimos nada ni útil ni bueno. Se me ocurre pensar que si ella se mirase en un espejo, homologando el ejercicio que ella caricaturiza, no verá en su superficie a un Sócrates con peluca; quizás sí, a un pespuntes en la etapa de preestreno cerebral.

Mi padre, zapatero y relojero oficial de los Barrios del Sur, al regresar yo de Europa con sendos títulos universitarios, me preguntó el mismitico primer día de estancia en casa: “Mijo…y usted, ¿Qué estudió durante esos siete años por allá arriba?

Yo sabía que papá hacía gala de una inteligencia exquisita, y de una ironía sabia a toda prueba. Por eso suponía que con alguna cosa me saldría para no variar su costumbre de andar enseñando siempre.

Le contesté: “Papá…yo estudié Pedagogía, Historia y Sociología…”

No me permitió continuar y de una espetó: “¿Y eso…aquí en San Sebastián con qué se comería, decíme, aquí en estos Barrios del Sur; ahí en Aguantafilo?” Antes de que yo me pusiera a balbucearle respuestas, y probablemente al mirar la cara estupefacta del profesional que choca con la primera y única realidad verdadera, al iniciar ese escabroso camino de la SABIDURÍA de carne y hueso, me pidió que escuchara con calma la historia original de su pueblo natal, y el mío también; Grecia.

“Un finquero muy rico de Grecia – dijo – mandó a su hijo mayor a estudiar a Europa; a Italia. El hijo duró por aquellas tierras de arriba como diez años. A cada rato recibía cartas de su hijo pidiéndole más dinero, porque allá el estudio era muy rudo y debía comprar muchos libros. Además, la vida era muy cara y todo costaba un ojo vivo. Aquel finquero ya casi quedaba en la ruina y su hijo nada que regresaba titulado. Entonces, decidió no enviarle más nada para presionarlo a regresar; asunto que sucedió muy pronto. Estando ambos frente a frente, el viejo le pregunta al hijo: “Mijo…y usted, ¿Qué estudió durante esos diez años por allá arriba?”

“Papá, dijo el hijo, yo ahora soy doctor…en Lírica…”

“Y eso mijo…aquí en Grecia para qué sirve; aquí entre cañaverales y tierras coloradas con cafetales…decíme…para qué diantres sirve la Lírica…”

“Su hijo balbuceaba y salió con esto”, continúa mi papa:

“Papá…la Lírica es una ciencia que nos enseña la mejor manera de escribir y decir las cosas, con elegancia y belleza; con profundidad. Por ejemplo: ¡Qué altas y lejanas que están las estrellas…ay pero qué bellas…ay pero qué bellas..!”

Aquel finquero casi al borde de la ruina, lo miró fijamente y le dijo con firmeza: “Hijo mío…si de tus estudios este es el fruto…¡ay pero qué bruto…ay pero qué bruto!”

Moraleja: Si un filósofo o filósofa dice que lo es, por escribir contra el PAC en la página quince de la NAZI, mejor enviemos a nuestros retoños a estudiar LÍRICA allá “arriba”; aunque nos dejen al borde de la ruina monetaria.





San Isidro de Heredia, 12 de agosto de 2009

sábado, 18 de abril de 2009

RANAS DE SALTO QUÍNTUPLE


QUE LAS RANAS DE MAINOR SEAN PLAGA

CLAUDIO MONGE



Seguro que todos hemos mirado las múltiples expresiones de las personas cuando se topan de sopetón con una rana: asombro, pánico, asco, repulsión, deseos de salir corriendo…y hasta algún tipo de agresión en “defensa propia”. Sólo los niños no se intimidan frente a una rana…aunque su salto sea múltiple y más que mil veces múltiple. Los adultos nos apartamos de su camino, si podemos, por estar al aire libre; pero si es dentro de la casa marcamos el 911 de la estación del miedo para que nos envíen una escoba ancha y con ella barrer a la intrusa y enviarla lejos muy lejos. En algunas ocasiones, otras personas, las aplastan diciendo: “¡Primero aplastamos y luego preguntamos! En cambio los niños las abrazan y les dan el cuenco de sus manos como si fuesen cunas de arrullo, las llevan a pasear y hasta gritan admirados porque las encuentran bellísimas. Sé de algunos que las llevan a cabalgar sobre sus hombros, o las guardan en sus bolsillos y luego hasta las besan tiernamente como si fuesen novios. Algunos adultos no besarían una rana jamás, ni auque les dijeran que después del beso un ángel cachetón explotará sus sonrisas maravillosas para regalarnos el mayor de los tesoros: la felicidad permanente. Y esa reacción adulta es muy extraña para mí, porque he visto a mi generación pagar costosas entradas a un parque sólo para ver unas ranitas disecadas, o en el mejor de los casos, atrapadas en una pequeña y oscura pecera. Y hasta tienen que encender un foco para decir que las ven, y la verdad, no las ven ni por asomo. Y creen que un ruidito de rana que sale por un altavoz escondido es de verdad la cancioncita triste de una rana que perdió su libertad del bosque. Luego se van a mirar esqueletos y cocodrilos, y hasta se alegran cuando ven esparcidos por los suelos caparazones de tortugas de diversos tamaños. En cambio los niños, y por supuesto que las niñas también, porque sin ellas no seriamos nada de nada, o bueno, seríamos como arbolitos sin raíces, y sin hojas y sin frutos. O sea, no seríamos nada como ya dije. Entonces, decía, los niños sí se alegran mucho cuando se topan a las ranas del mundo o simplemente las van a buscar cuando pueden irse de paseo a algún lugar ya casi inexistente. Hay muchos niños en este planeta que sí han besado ranas, aunque estas salten quíntuplemente, y la mayor de las sorpresas es que luego de besarlas descubren de una vez por todas que ellas son más bien espejitos mágicos donde uno se puede mirar y saber, también de una vez por todas, que los príncipes encantados somos más bien los seres humanos grandes y pequeños que el padre Celestial trajo a germinar a este mínimo nido cósmico que llamamos Planeta Tierra. Entonces, ahora si les digo, que todo esto me pasaba por la cabeza cuando comencé a leer este libro extraordinario de Mainor, cuya lectura me puso a saltar tanto que al final no sabía en realidad si yo estaba en el corredor de mi casa o ya metido entre las páginas del libro. Pero la verdad es que estaba tan feliz que eso no me importaba. Es más, ya he visto tanto en esta vida, que más bien deseaba estar metido en el libro y quedarme allí dentro viviendo y saltando como rana; o columpiándome de una nube o deslizándome como olomina resbalosa por el lomo azucarado de un arco iris. La puritica verdad sólo eso quería, pero a la vez sabía que no podía porque hoy debía venir a este lindo y acogedor lugar, a compartir con ustedes mis sentimientos. Entonces no me quedó más tren que este de venirme, o más bien salirme del libro de Mainor para pedirle a todo el mundo que lo compre y lo lea, y que aprovechen para que este Niño Gigante que es un maravilloso escritor adulto, les regale una dedicatoria. No sé si ustedes ya lo saben, pero de todas maneras yo se los cuento: cada dedicatoria que Mainor Arias Uva escribe es, por si sola, un bello poema. Siempre he creído que si juntásemos todas las dedicatorias que este maravilloso Niño Gigante ha escrito en sus libros para sus amigos y amigas, lograríamos armar un extraordinario libro cargado de metáforas y de músicas diversas. Pero además, cuando les comparto este ex secreto, es que sé que de ahora en adelante un libro de Mainor con su dedicatoria, será un tesoro inigualable: ¡Será como tener a Cocorí diciendo nuestros nombres con la voz de don Joaquín, o a Marcos Ramírez hablándonos con la voz proletaria de CALUFA. También a Tío Conejo imitando la dulcísima voz de la Niña Chavela; y digo además, aunque Mainor se cohíba, que será también como tener a Tom Sawyer y a Timur y su pandilla corriendo por nuestras casas. Yo, desde que lo conozco, lo persigo para que me firme sus libros, y algo más, pero no se lo cuenten a él: hasta tengo dos ejemplares de un mismo libro dedicados y firmados por su misma mano. A menudo leo sus palabras para que mi corazón agarre más fuerzas y siga esta lucha sin fin para alcanzar la justicia en este mundo.

En la obra de Mainor encontraremos sólo bueno, como decía Lalo, el vendedor de frutas de mi Escuela: cada poema es como un pedacito de coco jugoso, de esos que hasta se les miran por su reverso las mínimas carreteras que Dios traza en ellos para que nuestro paladar no se extravíe. O como manguitos celes de esmeralda, de esos que con un puchito de sal saben a Mamá. Cuando uno va leyendo no desea pasar a la página siguiente, porque termina enamorado del poema que acaba de leer, es cuando descubrimos que la Poesía que Mainor construye está hecha de una masa especial, con una sal al punto para cada paladar, y con un doradito de esos que sólo las abuelitas mayores saben cuando sacar del horno crujiente. Si, Mainor nos enamora de las ranas, de las lapas, los pericos, los delfines, las ballenas, los perros, los gatos, las piedras del río, las pocitas con su diminutos remolinos para zancudos juguetones, las montañas, las nubes, la luna, las estrellas, las mariposas hechas azulejo en el cielo, de los niños de la calle, el sol, del abuelo que volaba sobre robles amarillos y que ahora se cuelga de las ramas horizontales del jocote para que el planeta sea más dulce y rico.

Mainor es un escritor eufórico, el dios de su pecho no puede descansar nunca porque él lo tiene trabajando noche y día. Su euforia es contagiosa, es la mejor religión que yo conozco y practico. Dios ama a este Niño Gigante y lo alimenta, como lo hizo con Jorge Debravo en otros tiempos. Por eso Jorge decía que Dios lo amaba. Claro: ¿Cómo no va a amar Dios a estos extraordinario seres humanos que abren su boca y salen arco iris entre sus labios, o abren su corazón y ya las mesas del mundo tienen pan tibio y fresco para todos? Por eso digo que Mainor es un escritor eufórico, desatado de todo egoísmo terrenal y con una mirada poética que no puede ocultar ese ejército de luciérnagas que se tragó desde el vientre de su madre. Cuando uno lee las esculturas que este poeta esculpe con su alma, siente que caminar por la montaña con él siempre será luminoso, aunque sea de noche encarcelada. En esta obra, hasta el tema que pudiese ser disfórico o estridente, lo descubrimos dicho con amor y suavidad.

Yo hago el ejercicio espiritual de leer estas ranas de salto quíntuple en voz alta, para mis nietos y para mí, y para todas las criaturas del mundo que me rodea allá arriba en San Isidro de Heredia, donde el lenguaje del Zurquí se mete por mis ventanas y me fortalece.

Oigamos a Mainor hablándonos, así salteado, que de por si su escritura es como la música de Mozart, que se puede escuchar y vivir de adelante hacia atrás y viceversa. Estoy seguro: luego de conocer estas ranas que Mainor ha logrado reunir para nuestra dicha, el niño que vive en los adultos renacerá y querrá con nosotros salir a saltar por el Universo.

“Las ranas vienen de los centros flexibles de los ríos y las pozas. De allá se desprenden con el sol naciente, y al pasar por las cascadas se vuelven hijas del arcoiris…”


“Las ranas tienen mucho que contarnos…”


DIOS…“ha puesto su Creación en nuestras manos y nos ha nombrado sus ángeles guardianes.”


“Lo mejor de todo es que Dios tiene una casa en tu cuerpo, que nunca cierra las puertas, y conoce tu voz, el nombre de tu mascota y tu silbido.”
“La naturaleza está llena de milagros. Eso somos, milagros.”

“Los quetzales no se pueden domesticar porque mueren: se alimentan de libertad:”

“Nuestros ojos tejen las palabras en el libro, hasta que la palabra “libélula” logra volar en tu memoria.”

“…seguimos siendo artistas del gran concierto que con delicado acierto, toca infinitamente la vida:”

“Cuando amamos a alguien, los conejos saltan hasta la luna y regresan con zanahorias tiernas para sembrar el planeta:”

“Todo coincide con todo, porque hay un tejido palpitante en todo lo que vemos. En todo lo que hacemos está un ángel danzarín con cachetes abultados y zapatos ruidosos.”

“Le canto a usted…”

“Ahora calculo por sol y corazón, que ya estará despierta.”

“Camina por el río, observa cariñosamente las iguanas, y se entristece en los rincones donde ya no fluye el agua.”

“…de esta manera, en algún rincón, brota un río nuevo, o se levanta un quetzal desde su muerte.”

“Cuando nadie la viene a ver, se pone su vestido de nostalgia y deja que se apague el fogón.”

“No sé si lo sabes tú o lo sé yo, pero cada gato es un guardián de poetas y delfines.”

“Una mosca verde piensa que los vidrios no existen y choca ruidosamente:”

“A veces escucho ruidos debilísimos como conversaciones de microbios.”

“Cuando estés triste no imites al avestruz, invítalo a correr con pensamientos de horizonte maromeros triquitraques y poemas de memoria.”

De los niños dice: “Ustedes son ríos luminosos que vienen recorriendo nuestro planeta, y a las orillas de ustedes crecerán muchos árboles, gatos de cola colorida y tortugas, peces de nariz colorada, gallinas con cara de oruga, casas con manitas de pan en la ventana.”


“La montaña es un montón de poemas creciendo, con poema jaguar, poema ardilla, poema rana, poema de avispas azules y amarillas.”

“Podríamos tener una biblioteca con balones de fútbol para escribir balones en el pasto, para cabecear la poesía, pararla con el pecho, y lanzarla con efecto hacia el centro de la cancha.”

La Tía “piensa que lo milagros son asuntos cotidianos y silvestres, como el pan y las tortillas.”

Y el ángel: “…se pone triste, cuando pregunta por los niños de la calle que a nadie esperan y nadie los espera.”

“Las ranas de salto quíntuple refrescan sus panzas en el aire y aman la tierra…Estas ranas saltan hasta donde tú quieras saltar y escriben, cantan y cuentan, todo lo que tú quieras, cada vez que las acompañes con tus propios saltos de imaginación.”

Y en las gallinas hablan “gallinastellano..”

“Los delfines son ángeles que tiemblan de entusiasmo y desde sus ojos nostálgicos nos gimen una oración.”

“Cuando uno sonríe se le estiran todas las esperanzas.”

“El poema es un delfín que salta y resopla para mojar todas las caras de cualquier estado de ánimo.”

“¿Cuál es el país de la lombriz, si todas nacen en la tierra.”

“…queremos saltar para respirar aire del que se untó Dios para hacernos la nariz.”

“Padecemos de lado a lado como una caminata de cristos.”

“La melodía del jilguero es mi campana preferida.”

“Uno tiene los poemas dentro del cuerpo, algunos en la piel, otros en el corazón dando vueltas como peces recién nacidos.”

“¿Has visto las espirales en las yemas de tus dedos? Así es el Universo.”

“El mundo está repleto de semillas y aves jubilosas:”

“Somos una canción para arrullar este planeta. Un nido de la creación.”


En el Bosque todo es perfecto

¡Qué magníficas son tus Obras, Señor,
Qué profundos tus designios! Salmo 91



En el Bosque
Todo es perfecto:

El Pájaro que canta
y comparte con todos su canción…

La Raíz que se abraza de la Tierra
como si fuera un marinero
que no quiere zarpar.

La Hoja
que cae suavemente
a nutrir el suelo con su muerte.

El Viento que besa
todo lo que existe
y se enriquece con su beso.

El Sendero de la Hormiga
y la Hormiga misma
que se dignifica en el trabajo.

La Mosca
que abanica sus alas
para tormento del que pasa.

La Serpiente que yace quieta
esperando que la inocencia o el descuido
la alimenten.

El Árbol
que comprende mejor que los filósofos
la entrañable multitud de las alturas.

El Arroyo
que viaja saludando al Mundo
y deja a su paso la Vida en sorbos repartida.

La Nube errante
y la Nube detenida:
Ambas hermanas de la ausencia.

La Liana
que conoce todos los recovecos del Arte
y zurce sobre el árbol manteles de barrocos avatares.

El Escarabajo milenario:
Mínima curvatura del Cielo,
indiferente ante las miradas del intruso.

El Cangrejo mágico
que aumenta la seguridad de su caracol
cubriendo su estatura con la hoja.

La Guacamaya
que chilla su Libertad
mientras pinta el Cielo de arco iris.

La Palmera
que camina sigilosa
cuando la luna duerme.

El Mono
que sabe del espacio
más que los ingenieros y los doctos.



El Jaguar que esconde su piel
porque el color de la luz
le prohíbe desatarse.

El Río que golpea la roca
para demostrarle con espuma
su amor a las distancias.

La Araña milenaria
que sabe mejor que nadie
cuándo los caminos duermen.

La Mariposa Azul
que es el Cielo repartido entre nosotros
por el Padre Celestial de los pintores.

El Coco
que guarda su océano diminuto
hasta que el hombre lo descubre.

El Musgo húmedo
sosteniendo el recuerdo de la nube
hasta la noche.

La Lluvia:
Madre de toda la Sabiduría
del Planeta.

Y Todo lo demás
que mis ojos limitados no ven
ni mis sentidos sienten es Perfecto,
la Perfección de Aquel que moldeó
mi diminuta arcilla y me dio su SOPLO.

Por eso digo con este corazón
que me sostiene en pie frente a tanto Portento
que en el Bosque Todo es Perfecto…

Sólo mi paso es torpe
y pisa pesadamente las alfombras
que ÉL para mí construye…

Yo camino por él atrofiando su Canción
con mis afónicas notas
de martillo torpe y pobre,

Y sueño mi sueño ancestral
abrazándose a los árboles
como lo hace la Nube…
Pero sólo logro
que la Perfección del Bosque
aumente la ignorancia que me habita.

Sigo caminando
y el misterio que llevo pesa
como una mochila repleta de lingotes.

Y la sed me invade…
Y con sólo abrir los labios
el Mar resucita su recuerdo
y las Olas que rompen en mi mente
son Lluvia libre y soberana.

Y cae la tarde…y en el Bosque todo es Perfecto,

Y Nosotros también podríamos serlo;
como la Hoja que se pudre
para darle Vida a la Nueva Vida,

o como el milenario sueño
del PADRE CREADOR
del Universo.

“Un libro es una orquesta que espera nuestra llegada para iniciar su gira artística.”

“Mi poema es tu poema cuando le das la bienvenida.”

“Cuando uno sonríe con un libro, se abre una fiesta en el corazón de la palabra.”

“Cuando uno encuentra en un libro un motivo para convivir, la tierra se llena de presencia…”

Entonces, ¡Gracias por la suya hoy aquí en este acto, y gracias a Minor, que nos une para convivir estas palabras!

San Isidro de Heredia, abril 2009

martes, 17 de marzo de 2009

¡ COMBO NO...ICE SI !

Patrulla Nocturna

Claudio Monge Pereira


Llegué tardísimo, casi a la medianoche; tan cansado que sabía a ciencia cierta que no dormiría ni aunque me pusieran por delante la cama de la Reina Victoria. Pero venía feliz y realizado, después de la última jornada de esa primera etapa de lucha ciudadana contra el tal “Combo” del ICE.
Se había firmado el famoso documento de arreglo entre las partes allá en las instalaciones del Tribunal Supremo de Elecciones, y todos marchamos tranquilos hacia nuestros hogares. Quedaban atrás largas semanas de lucha encarnizada contra la voracidad de los ricos de este país y de los políticos vendelotodo, buenos para nada bueno; superficiales y demagogos como los curanderos colombianos que han invadido las radioemisoras nacionales con programas para ingenuos.
Llamé a Radio Monumental, al programa “Patrulla Nocturna” del periodista José Gabriel Durán Jiménez, y hablé durante más de media hora acerca del significado de esta lucha para enterrar al combo de los políticos - empresarios. Hablé lo más claramente posible, midiendo cada palabra y cada frase; con la intención pedagógica de dejar alguna huella positiva en ese espacio para trasnochadores bellagente. Pero antes de hablar, hice un recuento mental de todo lo vivido en esas semanas, ya que debí esperar casi una hora en línea para poder salir al aire.
Recordé la noche del viernes de Ochomogo: yo venía llegando de San José, era tarde; sin deseos de hacer nada más por ese día me tumbé sobre la cama. Me coloqué los habituales audífonos radiales y escuché en vivo cómo estaban apaleando a los agricultores que habían bloqueado ese paso tan importante. Supe que los periodistas de la emisora trasmitían su visión desde las imágenes de la televisión nacional. Me tiré de la cama cargado de cólera, y al mirar esas grotescas agresiones contra nuestros campesinos, sólo sentí deseos de salir volando hacia Ochomogo a enfrentarme a la policía. De hecho lo intenté pero no me dejaron salir de la casa: mis hijas, como si fueran un ejército inmenso, no permitieron que yo saliera a jugar de Quijote. Lloré como un inútil mi impotencia y mi limitación. Amanecí sentado jurando no escatimar nada para detener toda la porquería neoliberal que se había envalentonado para meterle sus garras, aún más, al pueblo costarricense. ¡Y así lo hice!
Por la mañana busqué entre mis herramientas aquel viejo casco amarillo que compré años atrás para protegerme de accidentes, le pegué la calcomanía de “Icetico” al frente y salí hacia San Pedro. Entré a la Universidad con ese casco puesto y todos se volteaban a mirarlo, y descubrí que esas miradas eran de aprobación. Ya no me lo quitaría más, hasta el día en que el Combo mordiera su polvito de derrota.
Ya ese mismo día por la tarde, aparecieron otros cascos que los universitarios iban a comprar en las ferreterías de San Pedro; y poco a poco ese casco amarillo se convirtió en el pabellón de los que se la habíamos jurado al gobierno vendido del señor Rodríguez.
Todo lo que hicimos giró alrededor del proyecto de ley que se discutía en la Asamblea Legislativa: lo leímos y lo destruimos artículo por artículo. Nos convencimos de que su cara oculta era la privatización de un Patrimonio Nacional; era su entrega a las manos de esa nueva nomenclatura de riquillos nacionales que nunca ha trabajado y que no sabe qué son los cayos. Convencimos al estudiantado de que su lugar estaba en la calle, al lado de los trabajadores del Instituto Costarricense de Electricidad y de los agricultores nacionales; y luego todos nos largamos para los centros de información a recibir más argumentos contra el Combo y a sumarnos a ese nuevo ejército popular que se aprestaba a combatir al nuevo filibustero.
Entonces, convertir el parque de Montes de Oca en auditorio fue una hermosa tarea, y desde sus bancas hacer curul popular y esclarecer a todos los caminantes las intenciones verdaderas de ese proyecto antipopular y egoísta. Luego saltar a las aceras y a la Avenida Central a repartir hojas sueltas y volantes a los conductores de vehículos públicos y privados. Y convencerse ahí mismo que contra el bloqueo mental de nuestros gobernantes se debía aplicar el bloqueo de calles importantes. Así fue como declaramos la Rotonda de la Hispanidad, trinchera universitaria de artillería intelectual contra el Combo de privatización de nuestras riquezas patrimoniales. ¡Y la hicimos vibrar con todo y su horrible mall!
De nuevo las canciones de los años sesenta sonando por los altavoces de las tumbacocos sindicales y estudiantiles; y algo más: los grupos de rock latino, argentino y mejicano, agitando los corazones de viejos y jóvenes con sus mensajes de amor y disconformidad. Ya no eran Quilapayúm y Alí Primera, ni los Mejíagodoy de toda jornada, ni Sólosilvio, ni el breve espacio en que no estás de Siemprepablo; eran otros pioneros en las calles del año 2000 los que con un nuevo lenguaje también le jalaban las orejas a los usurpadores de utopías y de metáforas; para que no fueran tan descaradamente comemierdas.
Por un lado los vendedores ambulantes, casi nicaragüense la mayoría, haciendo su agosto adelantado saciándole la sed y el hambre a los nuevos barricadistas del Ejército Amarillo de la Energía y la Comunicación; como diciéndonos: ¡Mirá compa, yo sé mejor que vos cómo es esta cojonada de enfrentarse al gobierno!, ¡No ves que a mí estas luchas allá en Nicaragua me catapultaron hacia Costa Rica y ahora soy hasta empresario en miniatura; gracias al Sandinismo irresponsable. Y por el otro, los propietarios del Mall San Pedro deseando que se derrumbara el puente sobre nuestras cabezas; tan llenas de ideas contra la venta de la patria y tan seguras de que sólo con barricadas y movilizaciones masivas, se podía detener a los que han fabricado clavos de oro con la tal globalización y modernización del estado costarricense.
Muchachas y muchachos ingresando a la Rotonda desde las calles aledañas a la Universidad de Costa Rica, a sumarse a los trabajadores afiliados al Sindeu que iniciaron esta iniciativa de bloquear ese lugar tan importante para atraer la atención de los que viajan a sus trabajos o sus negocios. O mejor aún, para establecer un centro operativo visible con la intención de que se incorporaran a esa lucha los miles de estudiantes de los colegios y escuelas vecinos. Para que los empleados de tantas oficinas aledañas se metieran en la fragua, y sobre todo los del edificio del ICE, aún timoratos y a la expectativa de lo que calcularan sus dirigentes.
Cientos de volantes de todos los colores, explicando los alcances de cada artículo de la combatida Ley, adornaban los bolsillos de los manifestantes como un arco iris de esperanza. Metros larguísimos de tela amarilla y tijeras confeccionando lazos y todo tipo de signos externos para la gente. Llantas viejas traídas de cuanto lote sucio hay alrededor de la Universidad; además de palos, piedras y cuanta porquería yace por esos lados invisibilizada por arte de la Municipalidad de Gabriel Zamora Márquez. Ramas secas, troncos, chatarra americana, botellas de todas las formas esperando la llegada inminente de la policía de don Rogelio Ram(B)os. Pintas que ahora se llaman graffitis, en todos los espacios posibles, demostrando la innegable calidad mental y espiritual de los enemigos del Combo. En suma, la Rotonda convertida en una enorme fábrica circular de sueños, en la cual hasta los locos inteligentes tenían su oficina.
Marchas y caminatas, encerronas y “paros activos de información” en el famoso Pretil; gentes bien intencionadas en pie de lucha y los vivazos de siempre robando cámara y tratando de figurar a toda costa; gentes de todo tamaño y color manifestando su inconformidad contra un Presidente demagogo y su equipo de trabajo, igualmente mentiroso y descarado. Y descubrimos en todos esos espacios que no se trataba sólo del Combo del ICE: era la expulsión de todo el malestar y el odio que la gente estaba sintiendo contra este Gobierno de los ricos, más descarado y calculador que otros; cuyos voceros hacían gala de una ignorancia supina y de un desprecio olímpico hacia las opiniones populares. Se puede afirmar que era una especie de ahora me saco el clavo por todo lo que estos cabrones han venido haciendo contra el pueblo humilde. Pero también era la muerte descarnada de un campesino dando vueltas alrededor de la cara de boberto de un ministro bobalicón que no sabe ni multiplicar y que constantemente llamaba a los manifestantes “tontosútiles.”
Muchos estábamos bien enterados de la esencia de tan nefasto proyecto, y otros tantos no lo conocían; pero eso no importaba porque lo realmente relevante era la incorporación de todos los sectores populares a esa lucha histórica y memorable. Sonaba en el aire la famosa respuesta que un campesino analfabeto, seguidor de Emiliano Zapata durante la Revolución Mejicana, le ofreció al periodista y escritor gringo John Reed cuando este le preguntó por qué se había enrolado en el Movimiento: “No lo sé. Sólo sé que siento algo muy lindo aquí en mi corazón.” Y esa era la enorme verdad del nuestro; innegable y clara como la certeza de que el Combo sería derrotado.
Nunca antes en nuestro país se había desencadenado una Revolución de tal calibre, cuyos dirigentes éramos todos, con Partido o sin él, con Sindicato o sin él, con Federación o sin ella, con líderes o sin ellos. Una Revolución sin planes, totalmente espontánea y anárquica, en cuyos escenarios asumía el papel protagónico cualquiera que así lo quisiera. El fantasma del viejillo Marx deambulaba con su benévola sonrisa al lado de todos los revolucionarios ticos, y probablemente recordaba su vieja pero increíblemente exacta fórmula: Para que una Revolución triunfe, debe darse una situación revolucionaria, en la cual tanto las fuerzas objetivas como las subjetivas demuestren que han alcanzado su grado máximo de madurez. “¡Tome chichí!”, habría dicho cualquier copero apagased. Ahí estaban las condiciones objetivas saltando y brincando como los peces del villancico. Y aquel sentir muy lindo en el corazón del campesino mejicano era el mismo de miles de costarricenses. Y por otro lado, los sindicatos carentes de metas claras y de liderazgo reconocido en una guerra de hojas sueltas; algunas más llamativas por el color del papel utilizado que por su contenido. Fuerzas objetivas y subjetivas jugando mirón mirón donde viene tanta gente en las rotondas y en las calles. Toda Costa Rica convertida en un Gran Pretil.
Pero lo importante era la demostración de esa inconformidad acumulada, con una aplicación muy a la tica de la situación revolucionaria: “Cuando los de arriba ya no pueden y los de abajo ya no quieren, es el momento.” Por más represión y más policía carabinera, cualquier intento de imponerle algo indeseable a un pueblo con un reconocido índice de escolaridad, es una tarea suicida que se paga caro y recibe además, feria. No significaban nada las asoleadas terribles, hasta el despellejamiento de narices, orejas y toda parte corporal expuesta; frente al inmenso placer de esperar la caída de los traidores y vendepatrias. No hay cansancio físico cuando el espíritu rebosa de energía y sus comunicaciones con metas superiores gozan de un alto voltaje...
Mientras esperaba mi turno al teléfono, recordé también al par de muchachos borrachos que me trajeron hasta el frente de mi casa. Ya yo literalmente no echaba: semanas de arrastrar los pies por toda la capital, comiendo copos con sirope y empanadas agrurientas, me habían debilitado un poco la doble tracción para subir hasta las montañas del Norte herediano donde vivo. Subía lentamente, pensando en el eterno algún día llego de los caminantes con experiencia; y repetía en voz alta versos de Machado y de nuestro Jorge y de Otto René y de Roque y de Neruda: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche...”, “¿Hacia dónde debo huir que no sea mi propia alma, el alma que quería ser bandera en el retorno y que ahora quieren transformarme en trapo vil en este templo de mercaderes?”, “¡Vámonos Patria a caminar, yo te acompaño...”, “Yo no quiero un cuchillo en manos de la Patria...ni un cuchillo ni un rifle para nadie...”, “Bueno es saber que los vasos nos sirven para beber, lo malo es que no sabemos para qué sirve la sed.”
“¿Para dónde la lleva ingeniero?”. Para la Mata de Café. “Usted es del ICE...¿Verdad?” Entonces recordé que llevaba bien colocado mi casco amarillo con la calcomanía de Icetico al frente. Soy defensor del Ice les dije, y al rato viajaba cómodamente sentado en el asiento trasero de un confortable automóvil. “No hay que aguantar ni mierda mi viejo con esos cabrones, hay que darles duro porque ya ni guaro se puede tomar...dicen que van a privatizar la FANAL también, y ahí si nos lleva puta a los borrachos...”
Cuando me bajé, los muchachos se resintieron algo por no aceptarles su invitación a “enfiestarme” con ellos. Y se fueron despertando gallinas con la bocina de su carro: “Ice si combo no...”
“Señor – dijo una voz desde San José – hable.”
“Buenos días don José Gabriel, para Usted, para quienes lo acompañan en cabina, y para todos los patrulleros nocturnos. Si me lo permiten deseo referirme a esta enorme lucha del pueblo costarricense contra la mal llamada Ley de Modernización del ICE. Yo me llamo Teodoro y me estoy comunicando desde el cerro Zurquí. Quizás si el ICE fuera una institución privada yo no podría haber esperado tanto tiempo en línea, porque mi salario de trabajador no soportaría el costo por una llamada de ese calibre. No obstante, gracias al ICE estatal lo puedo hacer, porque sino esta llamada me costaría un ojo de la cara. Todavía se puede soportar. Pero además, gracias al ICE estatal yo puedo llamarlo a Usted desde estas remotas montañas y escucharlo nítidamente; hace pocos años eso era sólo un sueño para los habitantes de las zonas rurales del país. Esto me permite llevar mi pensamiento y mi sentimiento a todo el país a través de sus micrófonos y ondas... a mí que soy un sencillo trabajador que no puede pagar taxi porque para eso no da la cobija. Y recuerdo ahora la vez cuando escuché una charla del Dr. Franklin Chang Díaz en la Universidad, y él dijo que siempre sabía dónde estaba Costa Rica cuando circunvolaba el Planeta, por la gran cantidad de luminosidad que la cubría. Y me parece a mí que se debe al ICE estatal... y es más, don José Gabriel, yo he venido observando durante toda mi vida las montañas de Escazú, Alajuelita, Aserrí y todas las de ese macizo; y he visto con estos ojos cómo cada día se enciende un bombillo nuevo sobre sus faldas. Antes se veían potreros de día y tinieblas de noche. Ahora parece un portal; desde mi ventana, en estos precisos momentos mientras yo converso con Ustedes, veo todas las figuras caprichosas que se forman por las variadas direcciones de los tendidos eléctricos. Y todo ello es gracias al ICE estatal. Tienen electricidad y teléfono los ricos y los pobres.
Y les digo algo más: la comida cocinada con leña es muy sabrosa, pero nuestras mamás y nuestras abuelitas se enfermaban de los pulmones de tanto soplar y tragar humo; y hoy tenemos cocinas eléctricas que significan más salud. Ni qué decirle de las computadoras que usan los chiquillos de la escuelita del pueblo, los hijos de peones se la juegan con ellas y ya no los impresiona cualquier vendedor de baratijas o de cuentas de vidrio. Y yo siento que gran parte de la responsabilidad es de los trabajadores en general del ICE estatal: imagínese Usted don José Gabriel, y lo mismo le solicito a todos los patrulleros, qué sería de este país si este Instituto no fuera de todos los costarricenses. Valdrá la pena cambiarlo para que un hijito de papi y de mami pueda ir a un mall con un celular en cada lado de la cintura, como un nuevo conquistador de tierras que ya de por sí son casi suyas... yo, don José Gabriel, me siento muy orgulloso de este patrimonio, lo amo porque vivo su utilidad comunitaria o social; lo siento como parte de lo que es realmente mío en este país y por eso me entregué en estas semanas en alma, vida y corazón a defenderlo. Todo se puede mejorar, y se pueden y deben corregir aquellas cosas que de verdad andan mal para todos y no sólo para un grupo reducido de empresarios tagarotes que desea meter a Costa Rica en su caja de caudales... Y ya para no abusar de su confianza, ni de este maravilloso espacio que Usted me brinda, le quiero contar cómo llegué hasta mi casa hace un rato: Venía caminando desde San José porque el dinero que tenía no me permitió pagar un taxi para llegar hasta este cerro donde vivo. Ya a la altura de San Pablo no echaba pero iba con Dios; que es como ir lleno de utopías, ilusiones y sueños. Y fíjese Usted que el primer vehículo que pasó, a estas altas horas, se detuvo y su conductor me trajo hasta mi casa sin conocerme y con tanto peligro que ronda por las calles. Y sabe por qué se detuvo, don José Gabriel y amigos patrulleros: porque yo traía puesto sobre mi cabeza un casco amarillo con una calcomanía de Icetico, y eso le inspiró confianza a los muchachos que me ayudaron; igual que la confianza que despierta en nosotros los costarricenses, nuestro Instituto Costarricense de Electricidad.
¡Muchas Gracias por este maravilloso espacio don José Gabriel! ¡Buenos días a todos... y recuerden: el ICE no se vende, el ICE se defiende!