martes, 18 de septiembre de 2007

Dios está triste y nosotros con Él


Todos los días me formulo esta pregunta: ¿Cuánto duró el Padre Celestial construyendo sus bosques y sus montañas? Sólo Él, propiamente lo sabe. Pero creo que no duró poco, porque Aquel que trabaja con tanto amor; prefiere realizar sus cosas con ternura y precisión. Por eso siento que dedicó mucho tiempo a la contrucción de nuestro Cerro Zurquí y de sus otros hermanos. Y no le fue fácil precisar tanta belleza, porque Él tiene tal cantidad de opciones en sus mesas de diseño, que el único elemento que lo impulsa para tomar una u otra decisión, es el inmenso Amor que le tiene a sus Hijos Humanos; aquellos que posteriormente recibirán el derecho de habitar en sus Creaciones. Es un acto de Fe y de Amor. Pero es un solo acto que no se repite y no se repetirá. Porque el Padre queda agotado después de concretar una Obra de tal envergadura. Y no puede estar repitiendo aquello que con tanto esmero hizo. Debe dedicarse a otros proyectos, como el mar y las estrellas. Él es un Padre todo Amor, y lo que hace está inspirado por el maravilloso aprecio y respeto que le tiene a los hijos que disfrutarán de su Creación. Es un Padre que escoge lo mejor para ellos. Entonces, cabe hacerse otra pregunta, ¿Qué hijo desprecia y destruye el Hogar que su Padre con tanto Amor le construyó? Probablemente ninguno. ¿Y qué hijo permite que otros vengan a destruir ese Hogar Heredado sin hacer lo necesario para evitarlo? Sólo un hijo desagradecido e ingrato lo consentirá cruzado de brazos. El Padre Celestial construyó los montes y los yurros, los ríos y los riachuelos; y los enseñó a cantar como a los pájaros; y a viajar como los planetas; y a sentir como nuestros corazones. El Padre no olvidó nada: hasta nos creó a su Imagen y Semejanza para que buscáramos la Perfección que se encuentra en su Palabra y en sus Hechos. ¡Por sus hechos los conoceré, dijo! Y así las cosas, yo no quisiera un día, estar al frente de Él con la cara roja de vergüenza por no haber cuidado y defendido su Heredad.

Yo actuaré como un Hijo agradecido que ama a su Padre y cuida lo que Éste le ofreció. Sabemos que la Heredad Divina es un préstamo que el Señor nos hace para que lo preservemos y lo amemos; y a su vez lo demos en Heredad a nuestros descendientes. ¿ Qué les daremos si dejamos que los buitres y los chacales acaben con sus frutos y sus criaturas? ¿ Qué simiente pondremos en las manos de nuestra descendencia si cerramos los ojos como ciegos voluntarios ? ¿ Y dónde sembrarán el Pan de cada día, si permitimos que los glotones de una sociedad consumista y materialista, cubran el tibio y negro humus con plásticos, vidrios y latas? ¿ Acaso seguiremos para siempre en la danza desenfrenada del despilfarro y el desperdicio? ¿ No es que el becerro de oro ya había sido destruido para siempre?

Un Hijo enamorado de su Padre Celestial no lo abandona ni lo traiciona; no le muerde la mano, ni deja que otros obnubilados por el dinero lo hagan sin una digna oposición de nuestra parte.

¡Reinarás entre todas las Criaturas!, dijo: Pero sin arrogarte el derecho para exterminarlas. Aspirarás el aire dulce y puro; olerás el perfume de las flores; beberás del manantial silvestre; tu vista se deslumbrará con los colores del arcoiris y la mariposa; y el pájaro le pondrá música a tu trajinar por los cuatro vientos. ¡Pero no tendrás derecho a negar tu Procedencia Divina con actos deshonrosos!

¡Honrarás a Padre y Madre ! Es decir, honrarás Amor y Vida en un solo racimo de bendiciones. Padre y Madre: cinco letras. Amor y Vida: cuatro. Dios: cuatro; como Agua y como Aire; como Alma. Tierra: seis letras; como Acción. Como Zurquí. Padre cinco como HOGAR. Hijo cuatro como Amor. Amor cuatro como Dios.

Yo quiero ser un Hijo agradecido y amoroso, por eso respeto su Creación y la defiendo; por eso estoy aquí y lucharé para que mi Padre Celestial se sienta orgulloso de mis actos.

¡Acaso podría haber algo más bello!

Claudio Monge Pereira
San Isidro de Heredia, 26 de junio de 1999.

No hay comentarios: