(relato testimonial del fracaso del TLC)
Claudio Monge Pereira
Regidor Municipal, San Isidro de Heredia
Preparativos:
Como coordinador general de la actividad que culminaría con un debate acerca de este TLC, entre la Patria de la Mayoría y la patria de la minoría, puedo dar testimonio de todo lo acontecido antes, durante y después de los sucesos. Fue el Concejo Municipal que me solicitó, como Presidente de la Comisión Municipal de Cultura, que organizara ese encuentro entre el NO y el si. Lo primero que hice fue hablar con Marianela Salas para manifestarle los pormenores de la patriótica iniciativa municipal. Le pedí que lo comentara con el periodista don Gerardo Zamora, de la Fundación Cultural Herediana FUNDES. Por mi clara y férrea oposición a la venta de Costa Rica al postor de turno, decidí otorgar la posibilidad a una organización neutral para que detallara los pormenores. Esa es la Fundación FUNDES, un bello ejemplo para la Juventud de nuestro país. Pasaron algunos días y me llamó a mi casa don Gerardo Zamora. Le detallé el acuerdo municipal y la fecha para ese Acto Cívico. Él aceptó colaborar con nuestro Gobierno Local y así cumplió. Me llamó algunos día después y me comunicó que el debate sería entre Kevin Casas y Eugenio Trejos. Lo planteado constituía un suculento plato para nuestra comunidad, rica en tradiciones patrióticas y la defensa de su Patrimonio Ambiental y Cultural. Comunidad que supo salvar el Parque Nacional “Braulio Carrillo” al evitar con razón, valentía y fuerza, la instalación en su límite del relleno sanitario sustitutivo de Río Azul. Comunidad que supo expulsar de sus tierras a Acueductos y Alcantarillados, devolviéndole sus medidores usureros y adhiriéndose como accionista por su propia voluntad – al igual que el Glorioso Partido de Nicoya – a la Empresa de Servicios Públicos de Heredia. Comunidad que supo enterrar la declaratoria oficial como Patrimonio Histórico y Arquitectónico de su bello Templo católico, por parte del MCJD. Comunidad, en síntesis, que por cuyos callos en las manos sí entiende, qué significaría trocar la tosca herramienta por otra cosa; por ejemplo, la lucha tenaz y permanente: arma maravillosa de los pueblos libres y altivos.
No viene al caso relatar aquí las peripecias que pasó don Gerardo Zamora, por su parte, y las que pasé yo por la mía, para que ese debate no se abortara; cosa que estuvo a punto de suceder siempre, y con más probabilidad luego de las declaraciones del Dr. Trejos frente al edificio del TSE unos días antes. No sé que hizo don Gerardo. Yo sí presioné al señor Rector del ITCR a través de sus asesores, diputados y dirigentes del NO. Fui enfático:¡Con San Isidro de Heredia no se juega! Si se comprometió tres semanas antes, viene o viene. Por su parte, la Alcaldía Municipal y la Administración habían sudado la gota gorda procurando el Gimnasio del Colegio, las sillas para la cancha por si las graderías, que albergan sentadas a dos mil personas, se llenaban; el sonido, el sobrio podio de la Iglesia de Santa Elena de San Isidro, y entre otras cosas, el servicio de comida que se contrató en la sala de Sesiones del Concejo Municipal para los invitados; luego de la jornada pedagógica y cívica. Relato esto para desmentir al joven Casas, cuyas declaraciones falsas a la prensa indican que don Eugenio llegó rodeado de “turbas”, turbas mentales que lo hicieron arribar turbado a nuestro bello cantón montañoso.
Antes del debate:
El primero que llegó fue el emisario de Casas, un señor de mediana edad, calvo y de semblante muy asustado, lo cual asumí porque el gimnasio se llenaba rápidamente y afuera había un grupo de muchachos tocando la batucada y cantando piezas populares con letras nuevas, proclamando el NO. Además, tremendo detalle, parecía que no llegaría nadie del si; ni de San Isidro ni de afuera. Ese señor constantemente atendía su celular y sudaba la gota gorda. Por conocer yo los más íntimos detalles de la organización sabía que don Eugenio venía en camino desde Limón y llegaría a eso de las 7:30 de la noche. También lo sabía don Gerardo Zamora, y obviamente lo sabía el joven Casas. Como aquí en San Isidro ya no comulgamos con ruedas de carreta, aunque las amemos, yo comprendía claramente que quien llamaba constantemente al calvito era su Vicepresidente; seguramente para preguntarle si ya el Rector había ingresado y hacerlo luego él como en pasarela. Y así sucedió. Antes, debo decir que uno de los asesores del Rector también estaba en el gimnasio y también parecía muy preocupado, sólo que no abusaba de su celular. Lo hizo cuando yo le pedí que le consultara al invitado si ocuparía el apoyo audiovisual, lo cual hizo, y una vez confirmado, tuvimos que correr literalmente para procurar una sábana blanca y limpia que colgaríamos de uno de los marcos para futbol sala.
Llegó primero el Líder del NO y yo lo recibí oficialmente de parte del Concejo Municipal. Mientras lo acompañaba a través de todo el gimnasio, la multitud lo ovacionaba y lo aplaudía. Lo presenté a la señora Alcaldesa, al Presidente Municipal y a otros miembros de nuestro Concejo. A partir de ahí lo dejé en compañía del periodista Zamora. Como por arte de magia (¿celular?... del ICE) hizo su aparición el señor Casas, sublíder del si. Entró asustado, y más se puso al escuchar la afinada rechifla popular que lo acompañó hasta la mesa principal. A él no tuve que presentarlo porque está acostumbrado a repartir cajas de atún, bonos devaluados, medias becas y otras dádivas en este cantón. Por ello mis compañeros aristas del Concejo lo conocen muy bien. Entre regidores, síndicos y alcalde y vicealcaldes, el nuestro lo integramos 25 personas. De ellas, 19 son aristas. Dejé al Vicepresidente con don Gerardo Zamora. Cuando regresaba hacia la puerta, unas amigas aristas del Concejo me dijeron que deseaban una fotografía con “don Kevin…que está buenísimo”. Fui y solicité a mi hijo que me facilitara un momento su cámara digital. Volví al frente y llamé a mis compañeras, que se rehusaron demostrando un temor o pena inusitados para acercarse a su reconocido galán. Me acerqué a Casas, lo miré hacia abajo y él lo hizo hacia arriba (aclaración: mido casi metro noventa), le comuniqué que mis compañeras del Concejo deseaban una fotografía a su lado. Él estaba tembloroso, sus comisuras aleteaban como mariposillas nocturnas, sudaba copiosamente. Me contestó con su voz a punto de quebrarse que no…que a lo mejor al final y ejeeé…me dio su espalda. Yo lo miré nuevamente hacia abajo y muy apenado le dije a mis amigas que su Vicepresidente no deseaba fotos en ese estado. A mi me dolió mucho por ellas, porque cuando él reparte en nombre ajeno lo que el pueblo financia, ellas lo siguen diligentes y a punto de transformarse en alfombras. Si, cuando ha venido acompañado de un apresuradamente jubilado ex viceministro repartidor de medias becas a estudiantes, llamado algo así como Robalino Rodrimiles, sí ha posado orondo y lirondo.
La Comitiva casiana (¡casera nunca!):
La constituían unas diez personas, todas militares vestidas de civil. Como juegan de rambo es fácil identificarlos. Se apostaron detrás, allá al fondo, cerca de los servicios sanitarios. Jamás se sentaron al principio. Después lo hicieron algunos en puntos estratégicos para comunicarse por eso que llaman “guoki – toki”. Parecían lobatos de una tropa scout. Uno no se quitó nunca sus lentes oscuros, demostrando su maravilloso adiestramiento en alguna Escuela de las Américas.
Bueno, y el Rector llegó solo, lo que me impresionó mucho. Era la tercera vez que lo miraba en mi vida: la primera fue en el Auditorio de la Conferencia Episcopal, la segunda frente al TSE y la tercera en nuestro gimnasio financiado a punta de latas de aluminio, cartón y periódico para reciclar. Esto me da algo de pena decirlo, porque trabajé para una Universidad Estatal 35 años y jamás lo había visto antes de esas tres veces. Lo he abrazado en todas las ocasiones, y temo por él, porque mi corazón siente que es un ser humano sumamente bueno y pacífico. Desde que lo conocí no lo he negado. Mis tres abrazos son el reverso de tres cantos de gallo. Mi “conversación” más larga con él ha sido la presentación que le hice ante los miembros de nuestro Concejo Municipal. Desde entonces, no lo he vuelto a ver ni he hablado con él. No creo que él me recuerde.
El debate:
Ganó la rifa Casas y su rostro era un bono…esbozó algo más o menos parecido a una sonrisa. Don Eugenio se puso de pie y se dirigió a la concurrencia con el garbo y la humildad propias de un educador avezado. Expuso sus argumentos y señaló las situaciones que vive y ha vivido nuestro país, a raíz de actos inescrupulosos de corrupción: todos entendemos que se trata de alcatel, millicon, fodesaf, préstamo finlandés, préstamo español, fischel, “correcciones de estilo” por un millón de dólares, y otras cositas. Drácula y el Vampiro cuidando el Banco Nacional de Sangre. Don Casas se enojó tanto que parecía sentirse aludido, por lo menos algún pariente suyo de dudosa trayectoria y supuesto chupasangre estaba en su mente aturdida. El Rector siguió su alocución con datos, cifras y argumentos. Por algún momento creí que era muy elevado para la multitud, y muy tedioso, pero me equivoqué. El pueblo isidreño vibraba porque la exposición, no obstante sus tecnicismos, llegaba muy clara a sus corazones y su mente. Si, porque cuando un pueblo decide ser independiente, su corazón se torna inteligente y su mente apasionada. Don Eugenio cerró con un llamado al patriotismo y a utilizar la mejor de las armas: nuestros lapiceros.
Luego intervino Casas. Ensayó su mejor pose y de plano descalificó irrespetuosamente al Dr. Trejos. Jamás le dijo “Don Eugenio o Señor Rector”, como nos enseñan los educadores en nuestra Escuela José Martí (¡El de Nuestra América!); o nuestros campesinos padre y madre y abuelos. “Rector” a secas y señalándolo con su índice a la cara, como no se debe hacer según nuestra educación pública y gratuita; costeada por todas y todos. Sonaba muy feo así...“ rector”, a secas y sin mantecas. Feo muy feo. Eso lo descalificó como contendiente, y mi pueblo se lo reclamó chiflándolo. Así transcurrió su intervención política el joven Casas, que de paso atacó a mansalva al Diputado ausente, don Oscar López; además de denigrar a los pueblos de Venezuela, Bolivia y Ecuador, por hacer uso de su democracia eligiendo y reeligiendo a tales monstruos. Detalle importante es resaltar que la desatada adrenalina de Casas lo traicionaba, y cuando terminaba su turno al “contestar” las preguntas del respetable (¡Si: campesinos muy respetables!), tiraba el micrófono violentamente contra la mesa. Muy diferente el Señor Rector, que las múltiples veces que la malacrianza de Casas lo interrumpió, detenía su alocución y como caballero cabal extendía el aparatito hasta la distancia adecuada de la lengua de su interruptor, para que el pueblo lo pudiera escuchar. La arrogancia típica de los señoritingos saltaba a la vista y paciencia de la multitud. Pero como aquí en Heredia los llamamos los “LORES”, los conocemos y conteníamos nuestro malestar por tales desplantes de mala educación. Ya para ese momento había hecho su ingreso Lord Sánchez, acompañado de su asesor don Allan Trigueros, un magnífico caballero herediano, excelente Escritor desperdiciado por andar en esas cosas politiqueras, y por supuesto su séquito de igualados y buscadores de fortuna. Lord Sánchez tiene una particularidad que habla bien de sí mismo: a él se le desborda hasta por las orejas finas que tiene, su abolengo de realeza cafetalera herediana; y eso es bueno porque él no lo oculta. Él es sincero con su porte y yo siempre he alabado su esfuerzo para parecer humilde frente a los humildes. Qué ese esfuerzo se note tan forzado es otro asunto. Él es Sánchez de los Arias y basta. No traiciona su cuna y ella le brilla en los ojos, por eso su mirada es desafiante y sarcástica cuando ve hacia el “populacho”. Es retadora, porque él aún no sabe cómo comportarse cuando anda por el mercado, de tanto que los paseos de las flores le palpitan en su bolsillo. Lástima que llegara tarde al debate, porque segurito lo habrían recibido de la misma manera que al señor Kasas: para ese momento ya no quedaba dudas de que Kevin era Kasas…casi Houses por su acentuado patriotismo transnacional. Bueno, y lo demás lo sabe todo San Isidro y con nosotros el periodista de Canal Siete don Gerardo Zamora. Mr. Kasas le pidió cinco minutos adicionales para agradecer a la comunidad isidreña su interés y su entusiasmo, y a la vez arengarla para salir a votar por su si. Pero hizo lo contrario. Jugando de lo que no es, porque la experiencia es un peine que nos dan cuando ya nos hemos quedado calvos, quiso asustar al Doctor Eugenio Trejos; el Señor Rector del Instituto Tecnológico de Costa Rica, para nuestra honra y la de la Patria; coordinador de esta avalancha costarricense por el NO. Lo señalaba con su delicado dedo señoritingo, lo amenazaba y según él, lo desmoronaba por haber afirmado que sobre su cadáver pasaban este TLC. Pifió una vez más Kasas…garrafalmente (esta palabra me suena a garrafa y entonces me acuerdo de don René Castro y sus habilidades de ciudadano conductor…perdón por la distracción, pero ¡qué difícil es con estos patriotas de pacotilla!), porque el señor Rector lo puso en su lugar, lo señaló con su índice para demostrarle que ser caballero no significa ser pendejo. Y lo colocó en su lugar, con la vehemencia propia y la convicción de un Mahatma Gandhi que sabe a cabalidad que la SAL es nuestra. Entonces las casas que traía el repartidor de bonos y medias becas se desmoronaron y su cordón umbilical se le zafó de la base: se puso de pie, jamás en pie, y retó a don Eugenio a zanjar la aplastada que le dieron con el recurso de los pachucos. Lo gritó y lo retó, como habría dicho mi abuelita campesina, lo altanereó; pero qué va, sonó por todo el gimnasio el Himno al 15 de Septiembre, el de Campabadal el Patriota, que no de los traidorcillos o traidorcillas. Tiró todo y se largó de nuestro pueblo. Llegó con su danza de lobos y se fue dejando atrás un ladridillo de chiguaguas. Ese fue Kevin. Yo estuve ahí y lo sostengo. Este abrazo.
Final:
Después de lo que relato testimonialmente,
¿Qué pasó en el salón del Concejo Municipal con la comida? Mañana les cuento. ¡Otro abrazo!
San Isidro de Heredia, 2 de agosto de 2007-08-02
Claudio Monge Pereira
Regidor Municipal, San Isidro de Heredia
Preparativos:
Como coordinador general de la actividad que culminaría con un debate acerca de este TLC, entre la Patria de la Mayoría y la patria de la minoría, puedo dar testimonio de todo lo acontecido antes, durante y después de los sucesos. Fue el Concejo Municipal que me solicitó, como Presidente de la Comisión Municipal de Cultura, que organizara ese encuentro entre el NO y el si. Lo primero que hice fue hablar con Marianela Salas para manifestarle los pormenores de la patriótica iniciativa municipal. Le pedí que lo comentara con el periodista don Gerardo Zamora, de la Fundación Cultural Herediana FUNDES. Por mi clara y férrea oposición a la venta de Costa Rica al postor de turno, decidí otorgar la posibilidad a una organización neutral para que detallara los pormenores. Esa es la Fundación FUNDES, un bello ejemplo para la Juventud de nuestro país. Pasaron algunos días y me llamó a mi casa don Gerardo Zamora. Le detallé el acuerdo municipal y la fecha para ese Acto Cívico. Él aceptó colaborar con nuestro Gobierno Local y así cumplió. Me llamó algunos día después y me comunicó que el debate sería entre Kevin Casas y Eugenio Trejos. Lo planteado constituía un suculento plato para nuestra comunidad, rica en tradiciones patrióticas y la defensa de su Patrimonio Ambiental y Cultural. Comunidad que supo salvar el Parque Nacional “Braulio Carrillo” al evitar con razón, valentía y fuerza, la instalación en su límite del relleno sanitario sustitutivo de Río Azul. Comunidad que supo expulsar de sus tierras a Acueductos y Alcantarillados, devolviéndole sus medidores usureros y adhiriéndose como accionista por su propia voluntad – al igual que el Glorioso Partido de Nicoya – a la Empresa de Servicios Públicos de Heredia. Comunidad que supo enterrar la declaratoria oficial como Patrimonio Histórico y Arquitectónico de su bello Templo católico, por parte del MCJD. Comunidad, en síntesis, que por cuyos callos en las manos sí entiende, qué significaría trocar la tosca herramienta por otra cosa; por ejemplo, la lucha tenaz y permanente: arma maravillosa de los pueblos libres y altivos.
No viene al caso relatar aquí las peripecias que pasó don Gerardo Zamora, por su parte, y las que pasé yo por la mía, para que ese debate no se abortara; cosa que estuvo a punto de suceder siempre, y con más probabilidad luego de las declaraciones del Dr. Trejos frente al edificio del TSE unos días antes. No sé que hizo don Gerardo. Yo sí presioné al señor Rector del ITCR a través de sus asesores, diputados y dirigentes del NO. Fui enfático:¡Con San Isidro de Heredia no se juega! Si se comprometió tres semanas antes, viene o viene. Por su parte, la Alcaldía Municipal y la Administración habían sudado la gota gorda procurando el Gimnasio del Colegio, las sillas para la cancha por si las graderías, que albergan sentadas a dos mil personas, se llenaban; el sonido, el sobrio podio de la Iglesia de Santa Elena de San Isidro, y entre otras cosas, el servicio de comida que se contrató en la sala de Sesiones del Concejo Municipal para los invitados; luego de la jornada pedagógica y cívica. Relato esto para desmentir al joven Casas, cuyas declaraciones falsas a la prensa indican que don Eugenio llegó rodeado de “turbas”, turbas mentales que lo hicieron arribar turbado a nuestro bello cantón montañoso.
Antes del debate:
El primero que llegó fue el emisario de Casas, un señor de mediana edad, calvo y de semblante muy asustado, lo cual asumí porque el gimnasio se llenaba rápidamente y afuera había un grupo de muchachos tocando la batucada y cantando piezas populares con letras nuevas, proclamando el NO. Además, tremendo detalle, parecía que no llegaría nadie del si; ni de San Isidro ni de afuera. Ese señor constantemente atendía su celular y sudaba la gota gorda. Por conocer yo los más íntimos detalles de la organización sabía que don Eugenio venía en camino desde Limón y llegaría a eso de las 7:30 de la noche. También lo sabía don Gerardo Zamora, y obviamente lo sabía el joven Casas. Como aquí en San Isidro ya no comulgamos con ruedas de carreta, aunque las amemos, yo comprendía claramente que quien llamaba constantemente al calvito era su Vicepresidente; seguramente para preguntarle si ya el Rector había ingresado y hacerlo luego él como en pasarela. Y así sucedió. Antes, debo decir que uno de los asesores del Rector también estaba en el gimnasio y también parecía muy preocupado, sólo que no abusaba de su celular. Lo hizo cuando yo le pedí que le consultara al invitado si ocuparía el apoyo audiovisual, lo cual hizo, y una vez confirmado, tuvimos que correr literalmente para procurar una sábana blanca y limpia que colgaríamos de uno de los marcos para futbol sala.
Llegó primero el Líder del NO y yo lo recibí oficialmente de parte del Concejo Municipal. Mientras lo acompañaba a través de todo el gimnasio, la multitud lo ovacionaba y lo aplaudía. Lo presenté a la señora Alcaldesa, al Presidente Municipal y a otros miembros de nuestro Concejo. A partir de ahí lo dejé en compañía del periodista Zamora. Como por arte de magia (¿celular?... del ICE) hizo su aparición el señor Casas, sublíder del si. Entró asustado, y más se puso al escuchar la afinada rechifla popular que lo acompañó hasta la mesa principal. A él no tuve que presentarlo porque está acostumbrado a repartir cajas de atún, bonos devaluados, medias becas y otras dádivas en este cantón. Por ello mis compañeros aristas del Concejo lo conocen muy bien. Entre regidores, síndicos y alcalde y vicealcaldes, el nuestro lo integramos 25 personas. De ellas, 19 son aristas. Dejé al Vicepresidente con don Gerardo Zamora. Cuando regresaba hacia la puerta, unas amigas aristas del Concejo me dijeron que deseaban una fotografía con “don Kevin…que está buenísimo”. Fui y solicité a mi hijo que me facilitara un momento su cámara digital. Volví al frente y llamé a mis compañeras, que se rehusaron demostrando un temor o pena inusitados para acercarse a su reconocido galán. Me acerqué a Casas, lo miré hacia abajo y él lo hizo hacia arriba (aclaración: mido casi metro noventa), le comuniqué que mis compañeras del Concejo deseaban una fotografía a su lado. Él estaba tembloroso, sus comisuras aleteaban como mariposillas nocturnas, sudaba copiosamente. Me contestó con su voz a punto de quebrarse que no…que a lo mejor al final y ejeeé…me dio su espalda. Yo lo miré nuevamente hacia abajo y muy apenado le dije a mis amigas que su Vicepresidente no deseaba fotos en ese estado. A mi me dolió mucho por ellas, porque cuando él reparte en nombre ajeno lo que el pueblo financia, ellas lo siguen diligentes y a punto de transformarse en alfombras. Si, cuando ha venido acompañado de un apresuradamente jubilado ex viceministro repartidor de medias becas a estudiantes, llamado algo así como Robalino Rodrimiles, sí ha posado orondo y lirondo.
La Comitiva casiana (¡casera nunca!):
La constituían unas diez personas, todas militares vestidas de civil. Como juegan de rambo es fácil identificarlos. Se apostaron detrás, allá al fondo, cerca de los servicios sanitarios. Jamás se sentaron al principio. Después lo hicieron algunos en puntos estratégicos para comunicarse por eso que llaman “guoki – toki”. Parecían lobatos de una tropa scout. Uno no se quitó nunca sus lentes oscuros, demostrando su maravilloso adiestramiento en alguna Escuela de las Américas.
Bueno, y el Rector llegó solo, lo que me impresionó mucho. Era la tercera vez que lo miraba en mi vida: la primera fue en el Auditorio de la Conferencia Episcopal, la segunda frente al TSE y la tercera en nuestro gimnasio financiado a punta de latas de aluminio, cartón y periódico para reciclar. Esto me da algo de pena decirlo, porque trabajé para una Universidad Estatal 35 años y jamás lo había visto antes de esas tres veces. Lo he abrazado en todas las ocasiones, y temo por él, porque mi corazón siente que es un ser humano sumamente bueno y pacífico. Desde que lo conocí no lo he negado. Mis tres abrazos son el reverso de tres cantos de gallo. Mi “conversación” más larga con él ha sido la presentación que le hice ante los miembros de nuestro Concejo Municipal. Desde entonces, no lo he vuelto a ver ni he hablado con él. No creo que él me recuerde.
El debate:
Ganó la rifa Casas y su rostro era un bono…esbozó algo más o menos parecido a una sonrisa. Don Eugenio se puso de pie y se dirigió a la concurrencia con el garbo y la humildad propias de un educador avezado. Expuso sus argumentos y señaló las situaciones que vive y ha vivido nuestro país, a raíz de actos inescrupulosos de corrupción: todos entendemos que se trata de alcatel, millicon, fodesaf, préstamo finlandés, préstamo español, fischel, “correcciones de estilo” por un millón de dólares, y otras cositas. Drácula y el Vampiro cuidando el Banco Nacional de Sangre. Don Casas se enojó tanto que parecía sentirse aludido, por lo menos algún pariente suyo de dudosa trayectoria y supuesto chupasangre estaba en su mente aturdida. El Rector siguió su alocución con datos, cifras y argumentos. Por algún momento creí que era muy elevado para la multitud, y muy tedioso, pero me equivoqué. El pueblo isidreño vibraba porque la exposición, no obstante sus tecnicismos, llegaba muy clara a sus corazones y su mente. Si, porque cuando un pueblo decide ser independiente, su corazón se torna inteligente y su mente apasionada. Don Eugenio cerró con un llamado al patriotismo y a utilizar la mejor de las armas: nuestros lapiceros.
Luego intervino Casas. Ensayó su mejor pose y de plano descalificó irrespetuosamente al Dr. Trejos. Jamás le dijo “Don Eugenio o Señor Rector”, como nos enseñan los educadores en nuestra Escuela José Martí (¡El de Nuestra América!); o nuestros campesinos padre y madre y abuelos. “Rector” a secas y señalándolo con su índice a la cara, como no se debe hacer según nuestra educación pública y gratuita; costeada por todas y todos. Sonaba muy feo así...“ rector”, a secas y sin mantecas. Feo muy feo. Eso lo descalificó como contendiente, y mi pueblo se lo reclamó chiflándolo. Así transcurrió su intervención política el joven Casas, que de paso atacó a mansalva al Diputado ausente, don Oscar López; además de denigrar a los pueblos de Venezuela, Bolivia y Ecuador, por hacer uso de su democracia eligiendo y reeligiendo a tales monstruos. Detalle importante es resaltar que la desatada adrenalina de Casas lo traicionaba, y cuando terminaba su turno al “contestar” las preguntas del respetable (¡Si: campesinos muy respetables!), tiraba el micrófono violentamente contra la mesa. Muy diferente el Señor Rector, que las múltiples veces que la malacrianza de Casas lo interrumpió, detenía su alocución y como caballero cabal extendía el aparatito hasta la distancia adecuada de la lengua de su interruptor, para que el pueblo lo pudiera escuchar. La arrogancia típica de los señoritingos saltaba a la vista y paciencia de la multitud. Pero como aquí en Heredia los llamamos los “LORES”, los conocemos y conteníamos nuestro malestar por tales desplantes de mala educación. Ya para ese momento había hecho su ingreso Lord Sánchez, acompañado de su asesor don Allan Trigueros, un magnífico caballero herediano, excelente Escritor desperdiciado por andar en esas cosas politiqueras, y por supuesto su séquito de igualados y buscadores de fortuna. Lord Sánchez tiene una particularidad que habla bien de sí mismo: a él se le desborda hasta por las orejas finas que tiene, su abolengo de realeza cafetalera herediana; y eso es bueno porque él no lo oculta. Él es sincero con su porte y yo siempre he alabado su esfuerzo para parecer humilde frente a los humildes. Qué ese esfuerzo se note tan forzado es otro asunto. Él es Sánchez de los Arias y basta. No traiciona su cuna y ella le brilla en los ojos, por eso su mirada es desafiante y sarcástica cuando ve hacia el “populacho”. Es retadora, porque él aún no sabe cómo comportarse cuando anda por el mercado, de tanto que los paseos de las flores le palpitan en su bolsillo. Lástima que llegara tarde al debate, porque segurito lo habrían recibido de la misma manera que al señor Kasas: para ese momento ya no quedaba dudas de que Kevin era Kasas…casi Houses por su acentuado patriotismo transnacional. Bueno, y lo demás lo sabe todo San Isidro y con nosotros el periodista de Canal Siete don Gerardo Zamora. Mr. Kasas le pidió cinco minutos adicionales para agradecer a la comunidad isidreña su interés y su entusiasmo, y a la vez arengarla para salir a votar por su si. Pero hizo lo contrario. Jugando de lo que no es, porque la experiencia es un peine que nos dan cuando ya nos hemos quedado calvos, quiso asustar al Doctor Eugenio Trejos; el Señor Rector del Instituto Tecnológico de Costa Rica, para nuestra honra y la de la Patria; coordinador de esta avalancha costarricense por el NO. Lo señalaba con su delicado dedo señoritingo, lo amenazaba y según él, lo desmoronaba por haber afirmado que sobre su cadáver pasaban este TLC. Pifió una vez más Kasas…garrafalmente (esta palabra me suena a garrafa y entonces me acuerdo de don René Castro y sus habilidades de ciudadano conductor…perdón por la distracción, pero ¡qué difícil es con estos patriotas de pacotilla!), porque el señor Rector lo puso en su lugar, lo señaló con su índice para demostrarle que ser caballero no significa ser pendejo. Y lo colocó en su lugar, con la vehemencia propia y la convicción de un Mahatma Gandhi que sabe a cabalidad que la SAL es nuestra. Entonces las casas que traía el repartidor de bonos y medias becas se desmoronaron y su cordón umbilical se le zafó de la base: se puso de pie, jamás en pie, y retó a don Eugenio a zanjar la aplastada que le dieron con el recurso de los pachucos. Lo gritó y lo retó, como habría dicho mi abuelita campesina, lo altanereó; pero qué va, sonó por todo el gimnasio el Himno al 15 de Septiembre, el de Campabadal el Patriota, que no de los traidorcillos o traidorcillas. Tiró todo y se largó de nuestro pueblo. Llegó con su danza de lobos y se fue dejando atrás un ladridillo de chiguaguas. Ese fue Kevin. Yo estuve ahí y lo sostengo. Este abrazo.
Final:
Después de lo que relato testimonialmente,
¿Qué pasó en el salón del Concejo Municipal con la comida? Mañana les cuento. ¡Otro abrazo!
San Isidro de Heredia, 2 de agosto de 2007-08-02
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