miércoles, 6 de febrero de 2008

redimiendo una estrella en plena flor

Claudio Monge Pereira







Redimiendo
una estrella en plena flor















Ediciones Red de Sol

1997



























Para Clarise Lispector:
Entrañable amor desperdiciado
en plena luz.


































"Nada como pensar
en el perpetuo amor
que no fue aquél
ni ha sido éste
pero que será el siguiente,
el verdadero, el otro”

Miguel Barnet































“Has anulado en mí toda posibilidad de olvido
Me has enseñado a actuar
como si cada acto de mi vida
fuera el más trascendente, el último”.

Miguel Barnet










cero


Aquí están mis manos de terrario
esperando el arribo desbocado
de toda tu semilla.

Ahí estás,
semilla transitiva y pura
olfateando mis cinco puntos
cardinales.

Aquí estoy, hambriento
y de sed culminado
en el deseo.

Aquí están mis manos abonadas
ovacionadas por los retoños
que brotan en sus dedos.

Ahí estás,
latiendo en la punta
de tu quilla
y embistiendo las olas
de mi aliento.

Aquí estoy,
más atento que la flor
ante el perfume
de los vientos.

¡ Sólo no desmayés, amada estrella ¡

uno


Sabemos que estás entre los ángeles extraviados
buscando el camino de retorno a la alegría.
Sabemos que no te adaptás a tu nuevo papel
de soberana y reina de la transparencia.
Sabemos que eras reina antes de partir
para tan distantes e incoloras lejanías.
Sabemos que eras todo el mundo
navegando en un puñito de huesos olvidados.
Sabemos que eras dulce
como la caña de todas la zafras hermanadas.
Sabemos que eras tierna
igual que el más estúpido de los juncos estancados.
Sabemos que eras frágil
como la nube violada por el humo.
Sabemos que naciste en las mismas entrañas
del mismísimo berrido del agua.
Sabemos que eras niña y madre
de uvas maltratadas y fortuitas.
Sabemos que eras embriagadora
igual que una borrachera irresponsable.
Sabemos que eras arcoiris
de aguaceros escondidos.
Sabemos que eras tierra regada
y sin parir.
Sabemos que eras cama crujiendo
debajo de unos huesos atrasados.
Sabemos que eras el palacio
de las lluvias ateridas.
Sabemos que eras lágrima y antorcha
quemando la mejilla
de la más vital
de las ofensas.
Sabemos que ahora estás buscando el camino de regreso
hasta los brazos de tu viudo adolorido.
Sabemos que tu viudo
es el mundo mudo: mudo...mudo...mudo.


dos


Pero dónde está tu palabra
de almíbares ocultos y perfectos,
oh amiga de espacios segregados
por la ausencia ?

Decílo sin tapujos, como el viento
cuando tierno se restriega
contra el tiempo.

Sólo decílo a raudales,
como un tango que se desborda
de los labios de un borracho
enamorado y sólo.

Y después sentáte despacito
sobre la humanidad indiferente
y procurá que tus intimidades le lleguen
hasta el alma.

Más tarde,
por la noche,
juntos nos reiremos
a pesar de la oscuridad
y de los huesos rotos de la estrella.















tres


Tardaremos lo que dura el viaje
de un beso de los labios a la lengua
para recoger las trizas de la luz
que se ha partido contra el suelo.

Usaremos la más loca de las gomas
para restituir la identidad
a la estrella asesinada
de los sueños.

La pondremos a brillar
a punta de pulidores
comerciales.

La colocaremos de nuevo en el hoyo vacío
que en el cielo dejó su accidental caída.

Aspiraremos el aire tomados de la mano
y guardaremos las palabras
para el día de tu bautizo
en el firmamento
de la fama.

Cerraremos los ojos
para que el fulgor de tus pupilas
no opaque antes de tiempo
la gloria que te espera.
























“Mientras, tus árboles pequeños, amorosos,
acurrucaban al grillo.”


Miguel Barnet

















cuatro


Nadie querrá perderse tu presencia
de colibrí agigantado:

Todos querrán ser como una flor intacta
para abrirse de pétalos
ante el pico nacarado
de tu risa.

Todos querrán ser
tu copa.

Verás cómo los sueños
son verdades que germinan
inmediatamente después
de las caídas más violentas.

Y sentirás toda la dulzura de la miel
que en el panal del tiempo
te guardaban las hadas
del olvido.

Todos querrán ser tu copa
y a mí me sobrarán manos
para llevarla presuroso hasta tu boca.














cinco


Pequeño conejo entre lobos desatados
tus manos buscan un ramo de flores
para acribillar de pétalos
la piel del enemigo.

Los lobos se marcharán en desbandada
por no poder atravesar tu perfume
con sus desesperados dientes.

Sus garras sólo serán las yemas tiernas
de la anona ya madura.

Vos, sonriente,
atravesarás el bosque embravecido
hasta la cabaña tibia y transparente de la vida.

Yo, enamorado,
te estaré esperando
con las manos temblorosas
y los huesos redoblando desde adentro
la prevista victoria.



















seis


No extrañarás
para nada la soledad del cuarto
compartido, y aquellos olores sólo serán
los ramilletes transparentes del implacable olvido.

Seguirás tan buena como entonces, y yedra jovenzuela
subirás por el muro que opacaba tu gloria de manzana:
palmo a palmo recorrerás hasta la más diminuta de las grietas
para cubrir de verde y raíz el universo disfrazado de los tiempos.

Y velarás por nosotros,
por los siglos de los siglos,
amén.

































siete


Novia de todos los tiempos, serás irrepetible,
igual que los ríos que nunca quisieron salir de la montaña
y se quedaron para siempre anclados a su historia.

Macabea, hermosa como un ovillo de lana
en las manos de una abuela hacendosa
y dubitativa. Macabea, mil veces bella
como la flor que nace sobre la roca desértica
y no se amilana ante los vientos. Macabea,
total y blanca como una nube pasajera.
Macabea, irreversible como el cielo
de todos los anhelos enigmados.

Novia eterna de los desaparecidos:
Amor sin comenzar.

































Amada: no has querido plasmarte jamás
como lo ha pensado mi divino amor.


César Vallejo
















ocho


Eternidad de flor:
Reina de la noche.
Azalea compungida.
Clavel dormido.
Poma azucarada.
Margarita perentoria.
Rosa de los tiempos.
Cala fiestera.
Jazmín olvidadizo.
Violeta dormida.
Azahar metálico.
Ave del paraíso.
Gloxinia eterna.
Gladiola escalonada.
Crisantemo taciturno.
Bromelia empapada.
Guaria desvestida.
Verdolaga extendida.
Bastón sin emperador.
Girasol cosmopolita:
Macabea: Nomeolvides de mi alma.



















nueve


Vendrás en navidad a visitarnos
con tus altos tacones de escenario,
caminarás desnuda por mis calles
como la flor ofrendada de cientos
de carrozas barnizadas por la euforia.

Te estaré esperando en aquella canción
que conocías desde niña
y me cantaste el día
en que fuiste mía
para siempre.

No te dejaré partir después de esa jornada,
porque habrás sido como un pan tibio
recién horneado: tus olores habrán fundido
para entonces mi piel de navegante desplegado.

Te quedarás aferrada a mi ancla clavada
en tus aguas de quimera
y nadie te verá detrás
de tu sonrisa.

Y nunca dejarás que yo me duerma
en tu presencia.















diez


Me contarás los pormenores de tu viaje a las estrellas,
interrumpida sólo por la constancia de mis besos.

Yo te escucharé con todo menos con mis labios.

Embelesada hablarás mientras te beso.

Las palabras que te falten
estarán en mi garganta
y las tomarás a sorbos
como al agua
de los viajes.

Seré el asta para tu bandera redimida
en esta batalla del reencuentro.

Sólo vos habitarás mis venas,

Inocente Macabea:

Amor.














once


Saltando de beso en beso
recorriste mi caudal de tibias aguas:
¡ Y era tan dulce tu risa !

Brotabas de mi boca, liberada ya
de los sueños imposibles.

Fui tu libertad.

Por vez primera te vi dormir
alejada de fantasmas pendencieros.

Fue tan grande tu entrega
como mi recibimiento.

Te vi dormir de beso en beso:
¡ Y era tan dulce tu sueño ¡
































No te hagas la que está durmiendo,
recuerda de tu trovador;
que yo ya comprendo... comprendo
la humana ecuación de tu amor.

César Vallejo














doce


Mañana no saldrás de prisa.
Te quedarás entre mis brazos,
esperando que el sol dignifique
tus pezones florecidos por la noche
en el nutriente terruño de mi lengua.

La vieja jornada laboral será un recuerdo.

Tus pasos regresarán mansos y cordiales
hasta el marco de la puerta
que en cedro dulce
te talló mi mano.

Vendrás sonriente
como una alegría que recién comienza,
y llena de sorpresas
estampa sobre el aire
sus primeros pasos.

La oficina habrá muerto para siempre,
como la furtiva lágrima caída
que no conoce el camino
de regreso.
















trece


Subirás las gradas
como si fueran las costillas
que conducen a mi carne.

Nadie habrá visto semejante alegría
taconeándole a la vida.

Mi temor a que tu sonrisa
se vaya como una golondrina
habrá empezado.

¿ Quién en su cordura
no lucharía por detenerla ?




























catorce


Para cuando llegués,
mi pecho retumbará de la misma manera
que los poblados pobres
azotados por el terremoto.

Sólo alegrías pronunciará mi boca.

Serás recibida como la más opulenta de las alacenas.

Mi pobreza misionera se acercará a su fin.

Recuerdo será mi celibato:

El pan, contigo,
habrá llegado
para siempre.
























quince


Porque el amor transforma
cuando uno decidido
se mete en esas aguas
y las goza.

Porque esas aguas vivifican.

Porque se hace verdad la vida.

Porque somos uno y muchos
como el burití en el sertón.

Porque todo se hace obvio.

Porque con amor he decidido redimirte
y llenarte de fiesta la piel y la mañana;
para siempre, escarpín de terciopelo:
para siempre, y más allá aún
de ese lugar.


























Hasta cuándo estaremos esperando lo que
no se nos debe...


César Vallejo















dieciséis


La melancolía será amputada de tus pasos
por el hacha bisturí de mi arsenal azul,
para que llevés una carga menos
y una esperanza más.

La olvidarás rápidamente,
como los niños que por la tarde olvidan
las ofensas de la mañana y son felices.

Y ella no habitará más debajo de tu piel,
ni en el renovado laberinto de tu pensamiento:

Habrás aprendido a pensar por tu propia cuenta...

¡Serás mujer, al fin!

























diecisiete


Aprenderás a mostrar la señal de la victoria,

y se te dará tan suave ese aprendizaje
como un puño de nubes acumulando regocijo.

Te descargarás, según tu antojo,
sobre todas las cosas que se muevan,
y aún te quedarán fuerzas para todo lo demás.

Anegarás los ojos resecos de la historia
para que todos puedan ver por la pupila
tu innegable carrera afortunada
colocando su huella en la victoria.

Y no te detendrás jamás,
hasta llegar transitada y sudorosa
con la señal de la victoria al frente de tu cuerpo,
habitado ya por la repetición
inequívoca de mis huesos mis besos y mis sueños.





















Dieciocho


Dieciocho veces te diré te quiero,
con la misma dulzura con que se descubrió
la caña en los pueblos más amargos.

Verás que van mis labios a tu encuentro,
analfabetos de amargura y de lamento.

Y cuando me divisés seremos tres;
los mismos tres que descubrimos la noche
del encuentro.

La herencia será luchar contra toda la tristeza,
y nuestro fruto será el fruto de tu vientre
y de mis besos.



























Diecinueve


Le jugaremos una treta a la magia
que se pudre en los suburbios
y nos iremos sin pagarle sus monedas
de traición.

Nuestras risas atrapadas
por la libertad de los fantasmas
rebotarán contra los árboles silenciosos
de la inevitable descendencia.

Y no te morirás jamás,
porque mi amor de colibrí
te habrá depositado en el fondo
de la eterna flor de la verdad.
















Claudio Monge Pereira.
Setiembre 15, 1997.
San Isidro, Heredia, Casa MonHér.





















Dedicatoria:

A Macabea de nuevo:
¡ Muchas gracias por amarme así !






































“ Ya ve cómo han servido las palabras,
cómo el recuerdo cumple siempre su reclamo de poesía,
cómo usted ya no es un pobre diablo al que preocupan las rosas,
un pobre diablo que tuvo antaño un poco de corazón...”

Miguel Barnet











Índice :


Dedicatoria a Clarise Lispector

Reflexión de Miguel Barnet

Desde la raíz hasta el follaje, o lo que otros
llaman prólogo: Claudio Monge Pereira

“Has anulado en mí
toda posibilidad de olvido” :

Aquí están
Sabemos
Pero dónde está
Tardaremos

“Mientras tus árboles pequeños” :

Nadie querrá
Pequeño conejo
No extrañarás
Novia de todos los tiempos

“Amada:
no has querido plasmarte jamás...”

Eternidad de flor
Vendrás en navidad a visitarnos
Me contarás
Saltando de beso en beso

“No te hagas la que está durmiendo...”

Mañana no saldrás de prisa
Subirás las gradas
Para cuando llegués
Porque

“Hasta cuándo estaremos esperando...”

La melancolía
Aprenderás
Dieciocho veces
Le jugaremos

Dedicatoria a Macabea

Reflexión Final de Miguel Barnet

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